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La laguna de Santa Olalla de Doñana, que en este 2023 se ha vuelto a secar tras suceder lo mismo en el verano de 2022, es el hábitat de galápagos de dos especies distintas: el galápago europeo (Emys orbicularis) y el galápago leproso (Mauremys leprosa).
Este fenómeno afecta severamente a estas especies acuáticas, de las cuales un sinfín de ejemplares terminan por sucumbir al entorno hostil de las lagunas prácticamente secas en su totalidad.
Además de la falta de agua, que actualmente solo se encuentra de manera residual y estancada en algunas orillas de la laguna de Santa Olalla, el galápago de Doñana, en cualquiera de sus dos variedades, también sufre ataques de depredadores de gran envergadura, más comúnmente jabalíes.
De hecho, el pasado 2022, cuando la sequía también afectó a la laguna en cuestión, el barro húmedo que cubría el suelo mantuvo atrapados a los galápagos, que terminaron por ser comidos por jabalíes, dejando un gran reguero de caparazones vacíos.
La investigación al respecto de CSIC (en este enlace) aclara que, aunque se haya reducido el número de galápagos atacados por jabalíes, podrían estar en peligro de no recuperarse próximamente un nivel de acumulación de aguas al menos aceptable en estos espacios.