La jugadora onubense de bádminton Carolina Marín ha recibido este viernes el Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2024 durante una ceremonia celebrada en el Teatro Campoamor de Oviedo, por ser «un ejemplo de superación» y, en palabras de doña Leonor de Borbón y Ortiz, también por su «actitud ante la adversidad y ante el triunfo».
Así, la Fundación Princesa de Asturias concedió este galardón a Marín «por ser la mejor jugadora de la historia del bádminton en España y una de las mejores del mundo», en un deporte «en el que es un referente internacional» y también «un ejemplo de superación, fuente de inspiración y transmisora de valores dentro y fuera de la pista».
Toñi Martín, madre de Carolina Marín, lloró emocionada mientras la jugadora onubense de 31 años recibía sonriente un diploma que ya se une a un palmarés con tres títulos de campeona del mundo (2014, 2015 y 2018), siete de campeona de Europa (2014, 2016, 2017, 2018, 2021, 2022 y 2024), un oro en los Juegos Europeos de Cracovia 2023 y, sobre todo, un oro en los Juegos Olímpico de Río de Janeiro 2016.
La Princesa de Asturias, Leonor de Borbón y Ortiz, dijo de Marín que «lo ha ganado todo y en todo ha sido un ejemplo». «Lo más importante no es que sus años de esfuerzo, entrenamiento y gran desempeño le hayan llevado a lo más alto en un deporte que era muy poco conocido en España. Lo más relevante es que el valor no está solo en las medallas, incluso de oro, sino que es la actitud ante la adversidad y ante el triunfo lo que define a una gran deportista», agregó.
«Ella dice eso de ‘puedo porque pienso que puedo’. Y les aseguro que, para quienes estamos a punto de abandonar la adolescencia, son palabras muy valiosas. Si estamos aquí es porque lo que nuestros premiados proyectan es la salud, es necesario para vencer el desánimo y la desesperanza», apostilló doña Leonor en referencia a Marín.
Después llegó el discurso del Rey Felipe VI: «Con cada edición esta ceremonia es un fiel reflejo del objetivo de la Fundación, de su voluntad, de nuestra voluntad de reconocer de reconocer a aquellas personas e instituciones cuyos trabajos tienen la capacidad de llevar el progreso y la esperanza a tantas vidas y comunidades».
Luego felicitó a Marín y los demás premiados de este año: «Vuestros nombres también pasarán con brillantez a nuestra memoria colectiva. La grandeza se mide por el impacto tan positivo que tenéis en la sociedad y ahí están vuestras obras para demostrarlo. Gracias por compartir vuestra pasión y compromiso con todos nosotros. Si tuviéramos que escoger un denominador común entre vosotros, una síntesis de todos vuestros méritos, o incluso la razón primera y última de vuestras obras, lo condensaríamos en una sola idea o concepto: la persona».
«Todos nos habláis, de manera más explícita o más sutil, de alguna de las facetas que hacen brillar ese concepto, necesariamente poliédrico. La persona a través del amor, la belleza, la entrega, el compromiso, la compasión, la búsqueda de los límites del saber o la defensa de las libertades. Nos ponéis delante, en definitiva, de aquello que nos engrandece y nos ayuda a realizarnos», indicó el Rey.
«La deshumanización es un riesgo latente»
«En este mundo globalizado, de grandes magnitudes y oportunidades, entre avances tecnológicos inimaginables, la deshumanización es un riesgo latente. Vosotros, los premiados, nos recordáis con vuestro ejemplo que, en el centro de cualquier discurso, cualquier acción o decisión, ya sea en el ámbito económico, social, político, artístico o deportivo, debe seguir estando siempre, y de manera ineludible, la persona. La historia nos alerta de las graves consecuencias de apartarse de ese camino, como nos alerta de los graves riesgos de la polarización, de la negación del otro por sus convicciones o creencias, porque piensa, reza o vota distinto», argumentó Felipe VI.
«Pero lo vemos también en ámbitos más cercanos y cotidianos, en cualquier desigualdad, prejuicio o injusticia, o en cualquier discurso condicionado por el miedo o basado en la indiferencia o la radicalidad. Es por ello obligación de las instituciones, pero también de la sociedad civil, de los ciudadanos, luchar contra todo aquello que se separe, siquiera un ápice, de ese respeto integral que debemos a la persona, a cualquier persona, a la dignidad», apuntó el Rey.
Más adelante abogó por «luchar contra todo lo que se separe de la voluntad y el compromiso de seguir construyendo sociedades capaces de convivir, de dialogar, de trabajar por el bien común». «Defender la dignidad de la persona significa igualmente proteger y fomentar el régimen de derechos y libertades que la garantiza y que fundamenta nuestra democracia», insistió al respecto.
«Y en el ámbito exterior implica reforzar la arquitectura de los tratados e instituciones que dan soporte a la comunidad internacional. El multilateralismo y la cooperación sin duda son nuestras mejores herramientas para afrontar los desafíos globales de nuestro tiempo. Señoras y señores, esa lucha incesante por la dignidad de los demás es en definitiva el mayor sustento de la nuestra», concluyó Felipe VI.