España sufrió la pasada noche de este viernes unas tormentas geomagnéticas severas que permitieron que en varios puntos del país, como Andalucía, se observaran auroras boreales, un hecho «muy poco habitual» en la Península, según ha reconocido la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en X. Estas auroras boreales se han producido a latitudes muy bajas del hemisferio norte. En el caso de España, la Aemet justifica la presencia de este fenómeno porque la actividad solar es «muy intensa».
«Las eyecciones de masa coronal o erupciones solares atmosféricas pueden intensificar el viento solar y alcanzar la magnetosfera de la Tierra, desencadenando una tormenta geomagnética», detallan. Durante estos fenómenos, el óvalo auroral se ensancha temporalmente y esto permite que se vean auroras desde latitudes más bajas.
En Andalucía se han observado mejor en Almería o Cádiz. El Observatorio Astronómico de Calar Alto, en Almería, ha informado del fenómeno. «De nuevo nos honra con su presencia una aurora boreal en Calar Alto», ha publicado en X.
¿Cómo se producen las auroras boreales?
Según explica la Aemet, la aurora boreal (auroras polares del hemisferio norte) es un fenómeno de electricidad atmosférica (electrometeoro) «consistente en un fenómeno luminoso que aparece en las capas superiores de la atmósfera en forma de arcos, bandas, cortinas, etcétera».
Detalla que, al contrario que los fenómenos meteorológicos habituales, se forman mucho más arriba de la troposfera, normalmente a una altitud de entre 90 y 150 kilómetros. «Las auroras aparecen por la interacción entre el viento solar y el campo magnético de la Tierra. El viento solar es más fuerte en momentos cercanos a la máxima actividad solar, que se produce en ciclos de entre 10 y 12 años», cuenta la Aemet.
Actualmente, se está cerca del máximo de actividad solar, por lo que las auroras polares se deben a la presencia de partículas cargadas eléctricamente y eyectadas desde el sol (el viento solar), las cuales actúan sobre los gases enrarecidos de las capas superiores de la atmósfera. Así, se desencadena una tormenta geomagnética, lo que permite percibir auroras desde latitudes más bajas.