Tras un extenso proceso de investigación y juicio, el TSJA ha condenado a 21 años de cárcel al acusado de asesinar y decapitar a otro hombre en Huelva en octubre de 2020, tal y como recoge la sentencia del caso, consultada por este periódico.
En su veredicto, el jurado consideró probado que, en horas no determinadas de la tarde del 29 de octubre de 2020, el condenado acudió al domicilio de la víctima, de modo que, entre las 22:00 de ese día y las 8:00 del día siguiente, y mientras el fallecido se encontraba en la cocina agachado delante del frigorífico, el encausado, que estaba detrás suya, “con ánimo de causarle la muerte, agarró con las dos manos un esqueleto metálico de calentador de aproximadamente 1,1 kilo de peso que había en el suelo de la cocina, lo elevó y le golpeó” al menos dos veces en la cabeza.
El varón agredido sufrió distintas lesiones y murió de manera prácticamente inmediata en dicha franja horaria, según el veredicto del jurado, que también vio probado que, tras fallecer la víctima, el condenado trasladó su cuerpo a la habitación del fondo de la casa envuelto en una cortina y le seccionó completamente la cabeza usando para ello un cuchillo de 20 centímetros de hoja.
Eliminación de las pruebas
Una vez tuvieron lugar estos hechos, el acusado se marchó de la casa llevándose las llaves de la vivienda, a la que regresó entre las 5:00 y las 9:00 del día 30 de octubre. Una vez allí, consumió una cantidad no determinada de cerveza y drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, limpió la cocina y el baño, “tratando de eliminar con ello las huellas o vestigios que pudieran implicarle en la muerte” de su amigo, y formó un hatillo con el esqueleto del calentador que usó para acabar con su vida, el cuchillo que empleó para decapitarlo y varios objetos manchados de sangre.
Tras asesinar y decapitar a su víctima, el acusado metió la cabeza del fallecido en una bolsa de plástico y se dirigió a una determinada plaza de Huelva, donde dejó la bolsa entre las ramas de un árbol y se sentó en el banco más próximo al árbol, marchándose a su casa minutos después y dejando en el árbol la bolsa.
Según el veredicto del jurado, sobre las 9:00 del día 31 de octubre de 2020, el acusado salió a pasear a sus perros y comprobó en dicho paseo que la cabeza del fallecido seguía en el árbol, volviendo de nuevo a su casa, donde consumió una cantidad no determinada de drogas y alcohol, regresando a la plaza sobre las 15:00 de ese mismo día.
Transporte de la cabeza de un sitio a otro
Una vez allí, cogió la bolsa con la cabeza y se dirigió con ella a unos contenedores de la plaza, depositándola en el suelo mientras trataba de quemar una serie de prendas y objetos que podrían incriminarlo en la muerte de su amigo. En esos momentos, una mujer que transitaba por la zona se aproximó al condenado y le preguntó qué llevaba en la bolsa, a lo que el acusado contestó “ven y mírala tú” y “con esto voy a hacerme un cenicero”, todo ello mientras le mostraba la cabeza. En un principio, esta mujer no creyó que la cabeza fuera humana, dado que la fecha coincidía con la celebración de Halloween y pensó que era una broma.
El acusado mostró la cabeza a otras personas y, al correrse la voz por la plaza de que un hombre portaba una cabeza humana en una bolsa, emprendió la huida por distintas calles de la capital onubense, siendo seguido en su huida por dos personas que lograron grabarle con un teléfono móvil e informar a la Policía de que se había refugiado en su domicilio. En su huida, arrojó la bolsa con la cabeza de la víctima junto a un contenedor de basura.
Así pues, tras corroborarse que efectivamente el acusado fue responsable de asesinar y decapitar a su amigo, se ha confirmado su condena de más de veinte años de cárcel.