Cada Semana Santa las cafeterías, los bares y y los hogares andaluces se llenan de unos irresistibles dulces que todos conocemos como torrijas. Se trata de una rebanada de pan empapada en leche, rebozada con huevo y frita en aceite, que se endulza con azúcar y un toque de canela.
En nuestro país existen diversos tipos de torrijas según su precedencia: las torrijas castellanas, las cántabras, las vascas, las gallegas… Pero, con alguna pequeña variación, todas ellas son básicamente, lo mismo: un pequeño dulce hecho de pan con leche rebozado y frito al que se añaden distintos ingredientes y condimentos.
Ingredientes
- 1 barra de pan del día anterior o una barra específica para torrijas (de venta en casi todas las pastelerías).
- 1 l y medio de leche entera.
- 5 huevos medianos.
- 1 palo de canela-rama, 1 vaina de vainilla, la cáscara de medio limón
- 100 ml de vino de Oporto
- 300 g de azúcar blanca y 1 cucharada de canela molida.
- 1/2 l de aceite de oliva virgen extra suave
Modo de elaboración
- Ponemos a cocer la leche con las 8 cucharadas de azúcar, la piel del limón y la canela en rama, si queréis podéis poner un poco de canela en polvo, que dé un hervor y lo retiramos. Lo infusionamos durante unos 20 minutos con una tapa puesta.
- Ahora colamos la leche y la dejamos enfriar un poquito. Conseguiremos una leche infusionada con canela y la piel del limón increíble.
- Corta el pan en rebanadas de 2-3 cm de grosor. Podemos usar diferentes tipos de pan. En mi casa siempre se ha usado el pan del día anterior de la típica barra de pistola, pero ahora tenemos pan especial de torrijas para ellas con una miga más marcada y una corteza blanda.
- Empapamos las rebanadas de pan en la leche.
- Una a una las vais pasando a una bandeja para que vayan reposando, no os preocupéis si están muy empapadas porque en este paso soltaran la leche sobrante.
- Ahora batís los huevos y rebozáis cada torrija en el huevo.
- Colocamos una sartén con aceite y calentamos a fuego medio, intentad que sea abundante aceite para que no se queden cortas.
- Las pasáis a una fuente con papel de cocina para retirar el exceso de aceite.
- En un plato mezcláis azúcar y canela molida. En esta mezcla, rebozáis las torrijas fritas.
¿Cuál es la historia de este manjar?
Las torrijas son uno de los dulces más antiguos de los que hay constancia. La primera referencia conocida a un postre parecido al de la torrija está en la obra del romano Marco Gavio Apicio en el siglo IV-V. En su libro De re coquinaria, basado en recopilaciones de recetas dulces y caseras.
Fueron los árabes quienes introdujeron esta receta en la gastronomía europea. Desde el inicio fue una receta que aceptaba muchas variaciones, con vino, con leche, con miel, con azúcar y un sin fin de ingredientes que pueden llevar las torrijas. La palabra «torrija»como tal, no apareció en los diccionarios hasta el año 1.591. Hasta entonces, como el ingrediente principal era el pan, se habían usado diversos nombres genéricos relacionados con él: torradas, rebanadas, sopas doradas…
No es hasta el sigo XV cuando se empieza a ligar este dulce con el nacimiento de los bebes. En el siglo XV la torrija comienza a ligarse a los nacimientos de bebés. Esto se debía a que se pensaba que al estar empapado en leche, estimularía la secreción de leche en las madres. Pan, leche, huevo y algo dulce, eran considerados alimentos energéticos aptos para las mujeres que acababan de dar a luz, por lo que se ofrecían tanto a la madre como a los invitados que acudían a visitar al recién nacido. A comienzos del siglo XX las torrijas conquistan las grandes ciudades españolas y comenzaron a ser muy populares en las tabernas, servidas junto a vasos de vino.
¿Por qué son típicas de Semana Santa?
Las torrijas son un alimento muy calórico y, por lo tanto, apropiado para los días de abstinencia. Durante estos días, las monjas de los conventos intentaban aprovechar el pan duro y hacer distintas elaboraciones para alimentar a los necesitados, y una de ellas podían ser las torrijas. Además, tenían también un significado místico: la Resurrección de Jesús. El pan se identificaba con el cuerpo de Cristo, la fritura en aceite con el sufrimiento, y la leche y miel con el resurgir y la esperanza. De aquí proviene el simbolismo de comer torrijas durante la Semana Santa, una tradición que se ha mantenido hasta nuestros días.