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En la tarde del pasado domingo un avión privado que despegó del aeropuerto de Jerez de la Frontera se estrelló en el mar Báltico, cerca de las costas de Letonia. Según han informado medios de comunicación suecos y alemanes, se trata de una familia alemana que viajaba hasta Colonia (Alemania) pero el vuelo se desvió a Suecia.
El accidente, según las primeras hipótesis, pudo haber ocurrido por un problema de presurización. Se intuye que el piloto le expresó a la torre problemas de presurización, pero los mismos trabajadores de la torre de control no lograron entenderlo con claridad. Según un experto en seguridad aérea consultado por APA, en estos casos los pasajeros suelen quedarse inconscientes por la falta de oxígeno en la cabina.
Aunque su destino era Colonia, al este del país teutón, el avión superó toda Alemania y, pasando la costa polaca, los controladores perdieron la comunicación con la aeronave, según ha explicado la agencia de aviación civil de Letonia. Algunos países europeos como Alemania, Dinamarca o España, entre otros, hicieron despegar algunos de sus cazas para escoltar a la aeronave y tratar de saber qué estaba ocurriendo. Ningún caza obtuvo resultados excepto el F-16 danés, que encontró el jet privado y vio cómo se estrellaba a las 19:45 horas.
Diferentes equipos de rescate de Letonia, Lituania y otros países se han desplazado hasta la zona del accidente para rescatar a las víctimas e investigar el accidente.
El avión accidentado es un Cessna, con capacidad para 8 pasajeros, en el que viajaban, además del piloto, Peter Griesemann (72 años), un empresario alemán del sector aeronáutico, su mujer (68 años), su hija (26 años) y un amigo de la familia (27 años), quienes cuentan con residencia temporal en Zahara de los Atunes, según Efe.