La bandera andaluza ondea en la fachada del Archivo General de Andalucía

La historia de la autonomía andaluza conmemora en diciembre varios hitos, como el aniversario de la manifestación histórica del 4 de diciembre de 1977, en la que miles de andaluces demandaron en las calles la autonomía para Andalucía o la aprobación de la Ley 6/1981, de 30 de diciembre, de Estatuto de Autonomía para Andalucía y, también, de la Ley 3/1982 del Himno y del Escudo de Andalucía, de 22 de diciembre, esta última, una promulgación que culminaba el proceso de reconocimiento de los símbolos de Andalucía y de la que en 2022 se cumplen cuatro décadas.

Para conmemorar este aniversario, el Archivo General de Andalucía (AGA), de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte, exhibe archivos e imágenes conservados en su fondo documental en torno a la adopción del escudo andaluz y al procedimiento de redacción y aprobación del Proyecto de Ley. En la exposición, abierta al público durante todo el mes de diciembre, se puede conocer la historia y la evolución de este emblema andaluz desde su origen hasta su aprobación.

La primera visión sobre cuál debería ser el escudo de Andalucía se materializaba en el ‘Ideal Andaluz’ (1914) de Blas Infante, donde argumentaba la necesidad de «volver a levantar un templo al Hércules Heleno, al divino héroe creador de la leyenda hesiódica, hijo de la fortaleza, de lo infatigable y de la conciencia del poder. Por esto, si yo pudiese elegir un escudo para Andalucía, señalaría sin vacilar el de la gloriosa Cádiz con su divisa elocuente: Dominator Hercules Fundator».

La idea del hombre creador, Hércules, encontraba su proyección simbólica en el escudo de la ciudad que, según la leyenda, fue fundada por el héroe. Un mito fundacional cargado de significados que el rey Alfonso X, tras reconquistar Cádiz en el siglo XIII, quiso escenificar en el escudo de la ciudad y que se ha conservado como elemento principal hasta nuestros días.

La visión infantina del Hercules fundador -y por extensión, del blasón de Cádiz- como símbolo de toda Andalucía tuvo su ratificación en la Asamblea de Ronda celebrada los días 13 y 14 de enero de 1918, foro en el que se adoptaron la bandera verde, blanca y verde y un escudo inspirado en el de la ciudad gaditana como las insignias de Andalucía, tal y como las denominó Infante.

Asistentes a la Asamblea de Ronda de 1918, donde preside la sala el primer escudo de Andalucía.

Sin embargo, la Asamblea ya estuvo presidida por una pintura con un protoescudo de Andalucía, tal como se puede observar en la única fotografía conservada de la reunión en la revista La Unión Ilustrada de Málaga. Esta pintura anónima que se conserva en el Museo de la Autonomía de Coria del Río es la primera representación conocida del escudo de Andalucía. En el lienzo, siguiendo con fidelidad el modelo gaditano, el héroe griego se presenta acostado de dos leones rampantes y reposando las manos sobre sus cabezas. En las columnas aparece la divisa «Plus Vltra» mientras que en la bordura lo hace el «Dominator Hercules Fundator» que ya propusiera Infante en su ‘Ideal Andaluz’. Todo el escudo aparece adornado con una corona de laurel y, al pie, se observa una filacteria blanca y verde con el lema «Andalucía para sí para España y la Humanidad«.

Un año más tarde, y a petición del padre de la patria andaluza, el ilustrador coriano Andrés Martínez de León realizaría un escudo que rompía con los emblemas utilizados hasta entonces. Un diseño que aparecería por primera vez en el cartel anunciador de la Asamblea Regionalista de Córdoba de 1919 -y que se iría imponiendo poco a poco al resto de representaciones del blasón andaluz- en el que, sin renunciar a los elementos identificativos anteriores, se separaba de las normas de la heráldica y reinterpretaba la imagen tradicional de Hércules con los leones y las columnas.

No obstante, la copia con mayor transcendencia histórica ha sido el escudo cerámico realizado en 1932 por Pedro Navia para la fachada de la casa de Blas Infante en Coria del Río donde, por motivos de preservación puede apreciarse una copia idéntica, conservándose la original en el Museo de la Autonomía de Andalucía. La composición y los elementos son casi idénticos al de Martínez de León, pero se aprecian diferencias en la figura de Hércules y la decoración del podio y el arco.

Imagen del escudo cerámico cuyo original se conserva en el Museo de la Autonomía de Andalucía.

A Hércules lo representó joven, más fornido, con el pelo largo y tocado con una diadema. El podio lo adornó con una bordura de roleos y con la bandera de Andalucía, en cuyas bandas cargó el lema «Andalucía por sí / para España / y la Humanidad«. Además, cada una de las letras del lema que forman el arco las pintó en tres bandas con los colores verde y blanco. Un diseño que finalmente fijaría el canon del escudo andaluz y se convertiría en el modelo de los autonomistas andaluces durante la Transición.

Frente a la blanquiverde, reconocida y aceptada popularmente, el escudo y el himno recorrieron un camino más largo hasta su reconocimiento oficial como símbolos de Andalucía. Aunque el uso del escudo, basado en el modelo de Pedro Navia, comienza a extenderse y a ser reconocido por la sociedad andaluza utilizándose en banderas, publicaciones, carteles y otros elementos, la cuestión de su uso oficial se trasladó desde la calle al ámbito institucional. Así lo atestigua el informe del Consejo Permanente en 1980, conservado en el Fondo de la Junta Preautomómica del AGA, sobre una posible reforma del escudo de Andalucía para adaptarlo al diseño heráldico y al que acompaña una ilustración con tres propuestas para sustituirlo.

Dibujo de tres propuestas de reforma del escudo conservado en el Archivo General de Andalucía.

A nivel institucional, la cuestión del reconocimiento del escudo oficial quedó en suspenso y tampoco fue resuelta por el Estatuto de Autonomía, aprobado en diciembre de 1981. A partir de entonces, la elección del escudo oficial venía constreñida por lo dispuesto en el Estatuto, que indicaba que el emblema aprobado debía tener en cuenta los acuerdos de la Asamblea de Ronda. Entre todos los utilizados desde 1918, los legisladores se decantaron por el que poseía mayor carga histórica y política: el escudo de la fachada de la casa de Blas Infante realizado por Pedro Navia.

Aún así, el escudo oficial que se aprobaría finalmente no fue una reproducción exacta del emblema cerámico, sino un diseño del estudio de arquitectos de Alfonso Jiménez Martín en el que se introdujeron algunas modificaciones con respecto a la cerámica de Navia que afectaron a la iconografía de Hércules, a las columnas y al arco superior que cierra el emblema.

Diseño del emblema andaluz del estudio de Alfonso Jiménez Martín, custodiado en el AGA.

La figura del héroe fue modificada sustituyendo la diadema y el pelo largo por la leonté herculina: la cabeza del león cubre a Hércules y la piel de las patas y garras se anudan sobre su pecho. Este atributo iconográfico -que se introduce por vez primera en el escudo de Andalucía- hace alusión a uno de los trabajos de Hércules: la muerte del león de Nemea. En las columnas se modificaron los capiteles, introduciendo unos de orden jónicos. Por último, el lema superior se convierte en un arco de tres bandas con los colores de la bandera de Andalucía sobre el que se inscribe la leyenda.

Finalmente, no fue hasta la séptima sesión plenaria del Parlamento de Andalucía, celebrada el 21 de diciembre de 1982 en los Reales Alcázares de Sevilla, cuando se aprobó el escudo oficial de Andalucía, tal y como lo había diseñado el estudio del arquitecto Alfonso Jiménez Martín. Un emblema ideado por Blas Infante, adoptado por la Asamblea de Ronda, dibujado por Andrés Martínez de León, interpretado por Pedro Navia, perfeccionado por Alfonso Jiménez Martín y, finalmente, aprobado por el Parlamento de Andalucía en 1982.

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