Rosa Aguilar ha anunciado que abandona la vida política tras más de 30 años de actividad. Se retira de la primera línea política para dirigir en Andalucía el grupo Cristianos socialistas. Abogada de profesión, abandonó su bufete cuando es elegida concejala en el Ayuntamiento de Córdoba en 1987 por Izquierda Unida. Mismo partido con el que llegó a la alcaldía de la ciudad en 1999, puesto que ostentó hasta 2009, y que fue algo significativo por haber sido la mujer que regentaba el Ayuntamiento de Córdoba.
La carrera política de Rosa Aguilar también tuvo su capítulo en la política andaluza. Ha sido diputada en el Parlamento de Andalucía en dos ocasiones, una en 1993 y otra en 2018. También ha dirigido algunas consejerías, como la Obras Públicas y Transportes entre 2009 y 2010, la consejería de Cultura, entre 2015 y 2017, y la de Justicia e Interior entre 2017 y 2019. Todos estos cargos autonómicos los ejerció bajo las siglas del Partido Socialista en las etapas de José Antonio Griñán y de Susana Díaz.
A nivel nacional también tuvo su papel. José Luis Rodríguez Zapatero, en la IX legislatura, le otorgó el Ministerio de Medio ambiente y Medio rural y marino, cargo en el que estuvo poco más de un año entre 2010 y 2011.
En el acto de despedida, que ha tenido lugar en la sede del PSOE de Córdoba, ha estado presente Juan Espadas, el líder del PSOE andaluz. En él, Rosa Aguilar ha reconocido que se siente «afortunada por el cariño, afecto y apoyo y por las críticas constructivas que me han hecho crecer en el espacio de la política porque siempre te hace avanzar». Además, ha asegurado que seguirá a disposición del partido «por convicción» porque mantiene «intacto su compromiso político».
Por su parte, el líder andaluz de los socialistas ha confesado que Rosa Aguilar es «uno de los mejores ejemplos de de coherencia y compromiso político con a de alma». Espadas asemejaba su situación con la de Aguilar, porque «ha tomado la decisión de dejar una responsabilidad querida, como he hecho yo, para ponerte a disposición de un nuevo proyecto político. Eso es como tener el corazón partido».