Un día después de que los familiares y allegados de quienes ya no están llenaran de flores los cementerios de nuestro país, se sacaba el ataúd de Queipo de Llano de la basílica. En ella había estado durante 71 años enterrado el general para recibir esas flores, visitas o atenciones de quienes visitaran el templo cualquier día del año.

Me enteré de la noticia cuando, a la mañana siguiente, al despertarme, cogí el móvil, entré en Twitter y vi una y otra vez colgados los vídeos de la exhumación en los que se ve cómo los restos mortales tanto del general golpista como de su mujer Genoveva Martí y el auditor de guerra Francisco Bohórquez Vecina salían arropados por los “Viva Franco” y “Viva Queipo”.

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