Semanas después de la noche electoral, pasada la resaca de informaciones, de vuelta a la cotidianeidad y recuperado de una campaña intensa y emocionante, es cuando uno se para a pensar sobre los resultados, sobre el camino recorrido y, más importante, sobre el futuro.
En primer lugar quiero hablar de los resultados. Algunas personas nos llamaron triunfalistas por no mostrar caras largas y cenizas durante la noche electoral, por sonreír; incapaces de comprender que nuestras palabras no eran una celebración sino un agradecimiento a todas aquellas personas que durante tres semanas –o más- extenuantes lo han dado todo por nuestro proyecto. Nuestros dos escaños, modestos pero libres, son gracias a nuestra militancia. ¿Cómo pueden pensar que para nosotras el trabajo realizado podría ser insuficiente?
Sin apenas recursos y aprovechando las pocas oportunidades que se nos han presentado hemos sido capaces de aglutinar casi 170.000 votos que han permitido que, después de catorce años, en el Parlamento Andaluz vuelva a haber una fuerza andalucista que defenderá, desde el espacio que tiene, al pueblo andaluz. Que aprovechará estos años para estar en las calles y construir una herramienta sólida y enraizada que en el futuro cercano sea capaz de luchar por los intereses de Andalucía. 170.000 votos son muchas personas, son muchas ilusiones, y no vamos a defraudarlas.
Estamos decididas a construir y para eso tenemos que mirar al futuro. En el ámbito parlamentario, nuestros dos escaños no son únicamente para confrontar con Moreno Bonilla cada vez que privatice nuestros servicios públicos; cada vez que atente contra nuestro patrimonio natural; o cada vez que promulgue medidas claramente contrarias a la clase trabajadora andaluza. Seremos el altavoz de las clases sociales, de las luchas en las calles, de las kellys que reclaman dignidad laboral, de los trabajadores del INFOCA, cansados de vivir precarizados, y de tantos otros colectivos.
Nuestra presencia en el Parlamento andaluz sirve también como un aviso para el resto de partidos: deben tomar más en serio nuestra identidad andaluza, la subalternidad que padece nuestra tierra y que no podemos seguir siendo colonia interna del centralismo político.
En lo social, tenemos que bajar de las atalayas y acercar el andalucismo de nuevo a las calles. Hay que construir organización y para eso en estos cuatro años usaremos los recursos a nuestra disposición para patearnos los barrios de nuestros municipios, para escuchar a las personas que lo necesiten y para conectar con quienes se sienten olvidados. El sistema (tanto económico como parlamentario) ha dejado al margen a muchas familias y si no somos capaces de construir una alternativa política precisamente para ellas, entonces nuestra defensa del pueblo andaluz estará hueca.
Como debe apreciarse en un proyecto que se construye de abajo a arriba, debe ser participativo, incorporando no solo los sentires de la población sino también a ella misma en la toma de decisiones y en su construcción.
Por último, en lo político es primordial trabajar en la creación de un proyecto nacional para Andalucía. Debemos ponernos a pensar en el modelo de futuro que nos imaginamos y queremos para nuestra tierra. Un proyecto ambicioso y transformador, que no se resigne a únicamente gestionar las migajas sino a hacer conquistas nuevas. Un proyecto que podamos contraponer al modelo neoliberal del PP, por mucho regionalismo del que quiera vestirse, para demostrar que otra Andalucía es posible. Como dije hace unos meses, debemos tener una alternativa que ilusione y traiga esperanza, solo así podremos construir conciencia de pueblo para que los andaluces y las andaluzas aspiren a ser soberanas de su futuro.
Tenemos la convicción de que hay mimbres, especialmente entre las nuevas generaciones, que también componen el colectivo de las personas olvidadas, de las de abajo. También tenemos la certeza de que la idea de tener voz propia en las instituciones, para construir todo lo mencionado y reivindicar soluciones para los legítimos intereses del pueblo andaluz, es lo suficientemente fuerte como para poder erigir un proyecto en torno a ella. Solo hay que estar dispuestos a ponerse a trabajar, y vaya si lo estamos.
Haciendo mías las palabras de José Aumente -tras las primeras elecciones en las que salió electo el PSA-:
Hoy por hoy, Adelante Andalucía constituye el único proyecto serio para ir consiguiendo, poco a poco, la soberanía del pueblo andaluz. Los resultados cosechados pueden servir como revulsivo para ilusionar a ese gran número de andaluces conscientes que se han sentido defraudados, incluso engañados, por unos partidos centralistas de izquierdas que sufren una crisis de identidad, que no saben a dónde van, y ni poseen siquiera una estrategia global de cambio que ofrecer a sus militantes. La presencia activa de Adelante en la vida política andaluza constituye, pues, una novedad tras las elecciones del 19J.