Es martes 24 de octubre. Un nutrido grupo de participantes del centro Diamantino García Acosta de Alcalá asiste a un nuevo taller. Sus conclusiones son claras y directas: los andaluces no estamos bien representados en los medios. Y el taller dota de herramientas útiles para mejorar el consumo de información en los diferentes medios.
Aunque es octubre el sol aún es de justicia, pero los grandes ventanales del salón multiusos del Centro de Educación Permanente Diamantino García Acosta de Alcalá de Guadaíra, dejan entrar la luz y también una suave brisa que hace agradable la estancia. Esto ayuda a que la veintena de participantes centre toda su atención en lo que le contamos.
Tras la habitual bienvenida definimos qué es el periodismo y la comunicación. Qué es información y qué es opinión. Qué son los medios, qué tipos hay, cómo se estructuran y diferencian, y quiénes están detrás de ellos. Esto, aunque algo complejo, es vital a la hora de que los participantes comprendan la verdadera relevancia de lo que los formadores buscamos enseñarles y la auténtica razón de ser de un proyecto de alfabetización mediática como La Prensa en Andaluz.
La edad media es alta, lo que nos obliga a simplificar mensajes y a redoblar esfuerzos para que las ideas lleguen claras. Ellas son mayoría y muy participativas, pero ellos, aún siendo minoría, no se quedan atrás. Con este perfil, el debate y el aprendizaje compartido está casi asegurado.
Agradecen cada explicación y cada mensaje. Y es que los medios están en nuestras vidas con tal nivel de presencia que no hay herramienta o elemento a juicio del que los participantes no tengan opinión. La mayoría de veces coinciden. En la tele y la radio no ven tan claras las malas prácticas. En la prensa, con las portadas por delante, sí lo ven.
Y así, en un clima de participación e interacción continua se desarrolla el taller. En él hablamos de los medios, de la independencia, el pluralismo, la diversidad o las estructuras sociales, políticas y económicas detrás de los grupos mediáticos. Hablamos del lenguaje alejado en muchas ocasiones de sus conocimientos, experiencias o vivencias. También del papel de la mujer, donde -gratamente- tanto los hombres como las mujeres coinciden en su papel reiterativo, cosificado e injusto que en general se le atribuye a ellas, especialmente en la televisión.
Y cuando llega el turno de la imagen de los andaluces en los medios de comunicación llega la unanimidad plena entre los asistentes: «los andaluces siempre salimos mal parados en los medios», dice uno de los dos hombres presentes en el taller. También la necesidad de medios de comunicación andaluces para hablar de Andalucía suscita la unanimidad en el salón al respaldar la afirmación de una de las señoras de más edad del taller, que recuerda cómo para hablar de Andalucía «sale una periodista que mandan desde Madrid» afirma.
Pero lo mejor, llega al finalizar la sesión. Mientras recogemos ordenador, proyector, y demás elementos necesarios para la impartición de la sesión, son los participantes los que nos agradecen, casi uno a uno, nuestra presencia y nuestras reflexiones compartidas con ellos «ojalá volváis pronto, porque enseñáis cosas muy útiles. Yo ya no voy a ver la tele de la misma forma. Ahora sé cuándo me están intentando engañar» dice una de las alumnas. Y esa es la reacción mayoritaria, la de gratitud.
La sensación final no puede ser otra que la de éxito. Si cuando nos vamos, los propios participantes reconocen su interés en el tema, el aprendizaje de herramientas y elementos hasta ahora desconocidos para ellos, y ven una aplicación clara y directa de esos conocimientos en su vida diaria, está claro que el objetivo está logrado. Sin embargo esto también deja un sabor agridulce, porque, ¿a cuántas personas mayores tendríamos que llegar para que puedan estar mucho más protegidas de contenidos y prácticas informativas que no cumplen con los principios básicos, y que desde luego, no ayudan a construir una sociedad más formada e informada? La pregunta, retórica, nos hace ver que queda mucho por hacer, pero que, sin lugar a dudas, estas sesiones son muy necesarias para nuestros mayores. Y en la época actual de la red de redes y la multitud de canales, mucho más que nunca.
Christopher Rivas