La duodécima sesión de preliminares del COAC comenzó con un asesinato en pleno Gran Teatro Falla, un Asesinato en el Cádiz Exprés. Los pasajeros del ferrocarril -jurado, redes, prensa y carnavaleros-, pertenecientes al coro de Los Niños, introdujeron en la presentación a Hércules Pierrot, investigador que tratará de esclarecer el asesinato de Don Carnal.
El grupo confesó en el primer tango «que lucha por ser el primero en amistad», refiriéndose a su 40 aniversario y una ilusión que no muere. La segunda letra fue un recorrido por los diferentes tipos de amor -hermanos, amigos, padres…-, terminando en el amor por uno mismo. El coro aseguró que ese amor consigue «una mente sana» y que «mientras tú no te quieras ni mil amores te servirán».
Tanda de cuplés simpática y animada, gracias a una música viva, dedicada a las manifestaciones frente a las sedes socialistas y la búsqueda de un logopeda para su niña que en redes sociales utiliza unos términos un tanto extraños.
Como era de esperar, comenzó la investigación de Pierrot en el popurrí. Cuartetas bien construidas y llevadas, en tono de crítica y dedicadas a cada de uno de los integrantes del tren. Primer sospechoso: la prensa, «alerta por buscar un titular» y «culpable de asesinar, sin querer, poco a poco y con su pluma a Don Carnal». Siguiente: el jurado, «mafioso o caprichoso» que mata a Don Carnal con sus veredictos.
Los derrotistas, sospechosos de matar a don Carnal con sus comentarios en redes sociales. Último grupo: los autores, «titis» que no se mojan en las letras y matan a Don Carnal con «sus modos tan chulescos» y buscando la fama. Las pesquisas terminaron con un dictamen claro del detective: «todos somos culpables de matar a Don Carnal».
¡¡Se prohíbe el cante!!
La comparsa de Ramón Zamudio subió a las tablas del Gran Teatro Falla para desafiar la última norma de la taberna El andalú. ¡¡Se prohíbe el cante!! avisa el tabernero en la presentación, pero «aunque prohíban que yo cante en la taberna, mi voz no van a callar» aseguró el grupo en una presentación interpretada con fuerza.
En su primer pasodoble optaron por una conversación entre Felipe VI y la princesa Leonor en la que, el primero, aconseja a la heredera y le pide perdón si de él y su apellido se avergüenza. La segunda copla fue una crítica a Juanma Moreno que «sale a la calle y protesta por una amnistía», mientras que, según Zamudio, tiene que «luchar por Andalucía».
Tanda de cuplés clásica dedicada a una situación de independencia generalizada en la que los sevillanos intentan «pillar un trozo que tenga playa» y a su perro, que se aficiona a «dar caladas a los petardos».
La actuación de la comparsa de Zamudio concluyó su pase por la la duodécima sesión de preliminares del COAC con la interpretación en de un popurrí de taberna en el que se trataron todos los temas posibles y regresaron al tipo de borrachos. En él destacó una magnífica interpretación que sobresalió por la potencia, la coordinación, los cortes y los pianos, siendo estos últimos arbitrarios en exceso en algunos momentos.
He vuelto (El barrio)
Y volvió El Barrio, pero no el grupo de música, sino Barrio Sésamo, encarnado por el cuarteto de Daniel Illesca. Epi y Blas estaban viendo un partido del Cádiz cuando llegaron Súper Coco y la rana Gustavo, «el reportero del barrio de La Viña». Los personajes bromearon en la parodia de presentación con que la selección femenina tiene «un mundial y pico» o que la reina de Inglaterra dio «más vueltas que un manco en una barca» durante su funeral.
En la tanda de cuplés se refirieron primero a la novia de Juan Ortega que se quedó «con ganas de oreja y rabo». La segunda letra fue al semen como ingrediente terminando con «la de comida que se tira a la basura». El tema libre se resumió en un plan para hacer un arroz, poniendo fin a una actuación larga -que les supuso una penalización de dos puntos menos por integrante en la última pieza-, con muchos golpes previsibles y alguno bueno.
El apotecario
José Antonio Jiménez, Branco, y Antonio Manuel Malia se estrenaron en Cádiz en la duodécima sesión de preliminares del COAC con su comparsa: El apotecario. El grupo, llegado de Algeciras, pretende con sus manos y pociones sanar a la Tacita de Plata.
Piropo a Cádiz en la primera letra del autor, que se declaró gaditano de Algeciras. Branco narró su historia que comenzó en el Campo de Gibraltar y le trajo a la Trimilenaria. En el remate del pasodoble aseguró que «cuando crucé el puente los recuerdos me abordaron». La segunda copla fue una tiste historia en la que un hijo ignora a su padre por años tras el divorcio. Las tornas cambian cuando el primero de ellos tiene un niño, comprendiendo ahora «el amor que, por un hijo, siente un padre».
Explicación del tipo en el primer cuplé, en el que, además, quisieron mandar «al carajo» a Pedro Sánchez. Segunda letra para Puigdemont y aquellos catalanes que dicen que «al andaluz no se nos entiende». Pócimas y brebajes en un popurrí de regreso al tipo en el que buscaron recetas para solucionar el mal de amores o curar a Cádiz.
Los pihorror
Comparsistas por obligación. Carnavaleros por tradición. Gaditanos que odian el Carnaval y están deseando que termine. Esa es la apuesta surrealista de la chirigota de Servando Sabajanes, Los pihorror, para el COAC de 2024.
Primer pasodoble a los picos en todas sus acepciones concluyendo con un «no se te ocurra nunca, sin preguntar, darle un pico a una futbolista». Genialidad en la segunda letra en que criticaron la hipocresía de esos hombres que cargan de tareas y exigencias a su mujer el día de su actuación y luego cantan «a la mujer luchadora, por la igualdad y contra el machismo».
La tanda de cuplés, muy floja, sirvió para que los herederos del pierrot pasaran al popurrí. En esta pieza los chirigoteros trataron la condena que es vivir en un Carnaval eterno y su proceso de caracterización, entre otros temas. La agrupación concluyó una actuación inclasificable por su unicidad caracterizada de «hawatanos», un personaje mitad hawaiano y mitad gaditano.
Los sacrificaos
Astilleros, un tablero de ajedrez en el que se sacrifican los peones. La comparsa de Jona regresó al Falla con Los sacrificaos en la duodécima sesión de preliminares del COAC tras quedarse en semifinales con Los peliculeros. El grupo remató una presentación impecable asegurando que «si he de ser sacrificado que sea por cantar lo que nunca me he callado».
El tipo se hizo presente en la primera letra en la que el grupo narró las sombras de ser comparsistas. El autor concluyo sentenciando «no sé Tacita maldita lo que me has dado que por más palos que llevo a las espaldas vuelvo a tus pies sacrificado». Crítica en el segundo pasodoble. En él cargaron contra los «administraciones que no hicieron nada» y privaron a Cádiz de unos fondos europeos «que tanta falta le hace aprovechar». La comparsa repasó los proyectos no ejecutados en la ciudad y concluyó cantando que «Cádiz muere abandonada».
Burla a los tatuajes de los comparsistas, unido a los «babuchazos» que se ha llevado la comparsa en los últimos años en el primer cuplé. El segundo, por su parte, lo dedicaron al cambio climático que va a unir Los cleriguillos y Toma castaña.
Un estribillo trabalenguas, pero que «saca de las casillas» a cualquiera por su musicalidad y belleza, dio paso a la última pieza del repertorio. El paso por preliminares terminó con un popurrí que sentó cátedra por empapar a la perfección las cuartetas de la idea expuesta en la presentación. Jonathan Pérez, Jona, dio un repaso en toda regla al conjunto de las piezas que participan en la partida y se reúnen en el tablero. Especial atención prestó el autor a las tres damas de su vida y a los peones, las fichas más sacrificadas en el juego.
Te como tu cara
Hannibal Lecter llegó a la duodécima sesión de preliminares del COAC con la chirigota de Écija y de la mano de los hermanos Castro Fernández. Te como tu cara se presentó al público del Gran Teatro Falla una presentación cargada de bastinazos tales como «te comes a tu hermano, pero nunca comes fruta», «probé a Ortega Cano y todavía doy positivo en alcoholemia» o «aunque me amarren de pies y manos, muevo los codos como el Molina».
Primera letra al tipo en un pasodoble que suena a piropo porque los caníbales aseguran que, con un bocado de Cádiz, quedan saciados «un año entero». Homenaje a todos esos grandes autores e intérpretes del Carnaval que «no existe inteligencia artificial que los supere». Segunda letra clara, concisa y sin complicaciones para agradecer su genio.
Tanda de cuplés simpática en la que Hannibal narra cómo capta a sus víctimas para comérselas. Un día una le confesó que era «de género no binario, pansexual y con ascendente de Sagitario» y la dejó ir porque «yo no me como esa porquería». La segunda letra fue para las orgías de Jeffrey Epstein, a las que supuestamente acudió Stephen Hawking, quien no cogió ninguna enfermedad porque «tenía un antivirus de los más caros». Estribillo efectista al comparar la suerte que le desea la gente con soltarse las ataduras que lo inmovilizan.
Popurrí cargado de maldades, comicidad, surrealismo y metacarnaval para poner fin al pelotazo de una chirigota que, sin movimiento ni forillo, consiguió levantar y mantener la risa y la atención de un público entregado a la causa del canibalismo carnavalero.