Mensajes de nueva planta es el título del último libro del prestigioso autor sevillano Manuel Rodríguez Illana. En él analiza el tratamiento que se dio del denominado «Procés Catalá» por parte de los medios .
Manuel Rodríguez Illana nació en 1975 en Sevilla. Es doctor en Periodismo y licenciado en esa especialidad además de Psicología. En la actualidad ejerce de profesor de secundaria de lengua y literatura a la vez que desarrolla su labor investigadora relativa al análisis del mensaje emitido por los medios de comunicación.
Además, es miembro del Laboratorio de Estudios de Comunicación (LADECOM) de la Universidad de Sevilla y del Grupo de Análisis de Noticias sobre Divulgación Lingüística, las Lenguas de España y sus Variedades (Lengua y Prensa) de la Universidad de Málaga.
Como escritor, ha publicado las siguientes obras: El españolismo sonriente (2017), Por lo mal que habláis (2019), Andalucía, basurero del estado español (2021), El esclavo feliz (2022) y Mensajes de nueva planta (2023).
¿Qué determinó la elección del tema del procés en concreto para este libro?
Cuando se estuvo desarrollando todo el asunto empecé a detectar una especie de sarampión de nacionalismo español, al principio sutil, pero que fue ‘in crescendo’, en todos los ámbitos, incluido el mediático. Vi, leí y oí cosas que hasta entonces no eran habituales. Naturalmente, no pude sustraerme a recoger y analizar los ejemplos mediáticos de este fenómeno.
Situándonos en esos días del procés catalán, ¿cómo resumirías la postura que mostraban los medios con respecto a una posible disolubilidad de la unidad territorial española? ¿Cómo lo viviste tú?
La postura fue la previsible: hay catalanes malos, egoístas, locos y nazis que quieren ir por su cuenta, y eso no se puede tolerar. En ese mensaje básico identifiqué lo que algún autor especialista en propaganda ha llamado orquestación: la repetición hasta la saciedad de un mensaje básico, aun con ciertos matices cuando se adapta a cada segmento de público, pero con el mismo contenido esencial.
¿Piensas que todos los medios actuales están claramente politizados y con unos fines e intereses determinados o hay también periodistas serios cuya información que transmiten es objetiva?
Bueno, habría que distinguir entre el trabajador o trabajadora, por un lado, y la empresa a la que sirve, por otro. Con esto pasa como con cualquier empleo en el trabajo asalariado. Las y los periodistas, aunque no comulguen especialmente con la línea editorial del medio al que sirven van introyectando rápidamente los límites de lo que se puede decir, salvo que se expongan a perder su puesto y, con ello, su sustento económico. Luego están quienes se identifican perfectamente con la tendencia de su medio y, por supuesto, afirman entusiastas que donde trabajan jamás les han censurado o les han dicho lo que tienen que contar o cómo. Todos los medios de comunicación, por definición, está politizados, y la inmensa mayoría, en el caso del reino de España, suscriben y difunden la idea de la indisoluble integridad territorial del Estado.
En cuanto al proceso de creación de tu libro, ¿te ha llevado mucho tiempo documentarte y redactarlo?
Sí. Lógicamente, desde que empezó a desarrollarse el ‘procés’ y alcanzar repercusión en el ámbito estatal, empecé a tomar notas, recopilar enlaces, etcétera. Luego las piezas del puzzle fueron encajando.
¿Qué papel tiene Andalucía en tu libro?
Pues, aunque en principio parezca que el tema se centra en Cataluña, en realidad este libro no es una excepción respecto al resto de mis trabajos, dado que, al escribir desde Andalucía, me he ocupado no solo del nacionalismo mediático español que proviene de los medios de comunicación e industrias audiovisuales de alcance estatal: también he abordado el mensaje fabricado aquí mismo y que ha ido en el mismo sentido de satanizar no solo al catalanismo, soberanismo o independentismo catalán, sino incluso a lo catalán en general. En este sentido, la labor de la Junta bajo el mandato de Susana Díaz, haciendo uso de todos sus resortes institucionales y mediáticos, ha sido fundamental.
Con respecto a tu análisis del discurso mediático, ¿la industria político-mediática es un instrumento para mantener la idea de que existe la nación española inquebrantable?
Absolutamente. Los grandes medios o bien están controlados por el tándem de la alternancia bipartidista de la vigente restauración borbónica, como es el caso de los públicos, dependientes de la Administración central o las llamadas autonómicas, con las lógicas excepciones de la EITB vasca y la CCMA catalana, o bien son propiedad de los bancos y grandes corporaciones. En uno y otro caso se han posicionado por mantener el marco de acumulación de capital que es el reino de España, lo que Blas Infante llamaba “hacienda unificada por derecho de conquista”.
Sueles escribir temas relacionados con Andalucía ¿tienes nuevos proyectos literarios relativos a temas andaluces?
Sí. De hecho, ya tengo preparada la segunda parte de mi libro anterior, El esclavo feliz. La alienación mediática del pueblo andaluz. Esperemos que dentro de no mucho tiempo esté en las librerías.