Vamos a seguir adentrándonos en la lengua andalusí, la que hablaron nuestros antepasados, que hablaban y que estaríamos hablando ahora de no haberse perdido con la conquista castellana y la invasión almohade.
Empezaremos por un aspecto clave: ¿Cómo sonaba? Pues lo más llamativo es que no se parecía a como se pronuncia el resto de lenguas ibéricas de hoy. Lo más similar está en las lenguas de Italia, sobre todo el siciliano. Da la casualidad que la gran isla italiana fue el otro estado islámico europeo, pero el parecido fonético entre el siciliano y el andalusí no es sino casualidad. Entramos en materia: una característica que compartden todas las lenguas romances de Francia España y Portugal es que una “p” una “t” o una “k” cuando caía entre dos vocales se relajaba en “b” en “d” y en “g”. Por eso hoy decimos dedo, amado o lado que en latín eran digitus, amatus y latus.
Pues bien, esto no pasó en al-Andalus. Aquí se siguió diciendo dittu, amatu y llatu. Sí, he dicho “dittu” porque esa es otra característica andalusí: mantener las consonantes dobles e incluso crear nuevas (obbu «huevo» o mattari «matar») que no existían en latín.
Todo esto te sonará al italiano pero, si te fijas bien, todas las palabras terminan en “u”, algo típico del siciliano. Es verdad que en otras lenguas ibéricas como el catalán, el portugués y el asturiano sucede igual, pero la “u” final unida a que “p”, “t” y “k” no evolucionaron, ni se perdieron las consonantes dobles, todo eso es típicamente siciliano. Encima hay que sumarle que la c sonaba ch, es decir: los andalusíes no cenaban, «chenaban».
Al Ándalus fue una gran isla lingüística que se separó de todas los innovaciones que sus hermanas estaban realizando, pues se quedó en un estado más cercano al latín que cualquiera del resto de romances. Esto no significa que estuviera menos evolucionada, sino que su evolución fue diferente para este punto más conservador en muchos aspectos, pero con una influencia del árabe abismal en vocabulario y en la manera de formar frases y palabras. Lo que en cualquier lengua latina sería un error garrafal, como como poner el sujeto en plural y el adjetivo en singular, en Al Ándalus era posible. Es lo más andalusí que se puede considerar una lengua criolla y, como tal, tenía una gramática muy simplificada pero una cantidad de vocabulario pasmosa.
La conjugación verbal se redujo al mínimo y desaparecieron las formas compuestas. Tampoco diferenciaba entre ser y estar y muchas veces no especificaba tampoco el género. Como hoy ocurre en francés, el artículo singular podía ser masculino y femenino pero en plural era igual en ambos. Por contra, podía tomar cualquier palabra del árabe, añadirle una terminación latina y apropiársela. El vocabulario de romance andalusí doblaba al de cualquier lengua hermana.
Todo esto está muy bien, pero será mucho mejor si ponemos un ejemplo. ¿Cómo habría sonado “La falsa moneda” en romance andalusí:
Jipziaca que tu xerás
comu fal·luta moneta
qui de manu en manu vaid
de nin unu i la quetad…