Situémonos en alguna aldea de la Andalusía almohade, hará unos mil años. Allí está muriendo un campesino sin saber que con él se va algo más que su vida. Será una persona pobre, pero atesora un tesoro cultural del que no es ni consciente: Es el último hablante de la lengua de los andalusíes, la heredera del latín visigodo acaba de perderse para siempre. Bueno… para siempre no.

En Al-Andalus se habló árabe, lógicamente. Eso es de sobra conocido. Lo que no se sabe tanto es que sólo la Granada nazarí fue exclusivamente monolingüe. Tuvieron otra lengua, que, aunque se la haya llamado “mozárabe”, la hablaba todo el mundo. La primera referencia que de un parlante del romance andalusí es el mismísimo Abderramán III. El rey poeta Almutamid y rabinos Yehuda Halevi y Moses Ibn Eszra escribieron versos en romance.

Es más; la poesía, tras romperse el imperio romano, volvió a nacer en Al-Alandalus. Dos siglos antes de que se compusiera El cantar del mio Cid en castellano, los andalusíes ya escribían poemas en su propia evolución del latín.

¿Y cómo era esta lengua? Pues para empezar bastante más homogéneo de lo que esperaríamos en un territorio tan grande (y teniendo en cuenta el avispero de lenguas que surgieron en la Hispania cristiana). No obstante, los poemas se escribieron siguiendo la modalidad de la capital, Córdoba. Al oído nos sonaría mucho más parecido al italiano o rumano que cualquier otra lengua del occidente romano. De hecho, si hay una lengua hoy en día especialmente parecida a nivel de pronunciación es al siciliano. Curiosamente, esta parte de la actual Italia fue en su momento el otro estado islámico europeo.

El romance andalusí fue por un lado una lengua muy conservadora, a la que casi no llegaron las innovaciones que se producían en el resto de idiomas hermanos. Sin embargo, la influencia del árabe fue determinante. De la lengua de prestigio del momento no sólo adaptó vocabulario. Ríete tú de los cuatro mil préstamos que tiene el castellano, pues los propios andalusíes tomaban cualquier palabra árabe, le añadía una terminación romance y ya tenían una palabra nueva. Además, el árabe determinó la manera de realizar las frases e  incluso las palabras. Algo que en cualquier otra lengua latina sería un error (como que poner el nombre en plural y el adjetivo en singular) era posible en Al-Andalus. Arcaica y exótica al mismo tiempo.

De esta lengua quedan en castellano un puñado de préstamos. Algunos tan inesperados como chinchar, borracho, picha o chocho (de donde ya podéis ir viendo lo que les gustaba el sonido “ch”) Incluso la palabra gilipollas se la escucharon los castellano a nuestros antepasados andalusíes.

Decíamos al comienzo que esta lengua se perdió pero no para siempre, porque ya se han traducido libros como El principito, Alicia en el pais de las maravillas y leyendas de Becquer; se han escrito novelas originales por parte del autor Jon Aundi e incluso hay canciones del grupo musical Califato 3×4. Y esto es sólo el (re)inicio. Andalucía tuvo su propia lengua y ha vuelto para quedarse. 

¿Os ha picado la curiosidad por saber más del romance andalusí? Desde este altavoz vamos a ir enseñando la lengua que seguiríamos hablado hoy en día si los avatares de la historia hubieran sido otros.

Gaditano afincado en Madrid y trabajando en el Museo del Prado. Me he dedicado durante seis años a reconstruir la lengua de nuestros antepasados y darle la divulgación que se merece.

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