Después de un cuarto de siglo siendo la entrada principal del gasoducto Magreb-Europa, esta semana Tarifa ha dejado de ser la puerta al viejo continente de gas natural procedente de Argelia, convirtiéndose ahora Almería en la llave de suministro energético de este tipo al otro lado del Estrecho de Gibraltar.

La razón radica en que Marruecos y Argelia han roto relaciones diplomáticas, por lo que no se produjo renovación de contrato entre ambas partes. Más del 40% del gas natural que llegaba a España emanaba de dicho gasoducto, por lo que, a priori, la preocupación por parte del Gobierno de Sánchez era notable.

Sin embargo, el Gobierno argelino ha asegurado el suministro y ha adelantado que aumentará el volumen de exportación si así lo desea España, por lo que la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, se ha mostrado tranquila con el asunto.

Ahora, Almería aumentará su capacidad visto que será, por el momento, la única entrada desde el continente Africano, de gas natural a Europa.

¿Por qué tal ruptura?

Operativo desde 1996, el gasoducto del Magreb tenía como objetivo el fortalecimiento económico de la zona. El acuerdo recogía que Marruecos, por vehicular el gas de Argelia, se beneficiaría de hasta 200 millones de dólares, además de la extracción de hasta mil millones de metros cúbicos de gas al año.

Pero tal matrimonio energético jamás encontró una solución sobre el asunto del Sáhara Occidental, ya que Argelia es aliada del Frente Polisario. Mismo campo de minas que llevó a España y Marruecos a la mayor crisis diplomática de los últimos años, con unas consecuencias en el terreo de la inmigración inauditas.

El Gobierno de Argelia anunció en agosto la ruptura de relaciones diplomáticas con Marruecos, alegando un cúmulo de circunstancias entre las que citó la falta de avances en la resolución de la disputa abierta por el Sáhara Occidental, en la que Argel es aliado del Frente Polisario.

España pide consenso en la UE

Todo ello ocurre en medio de una crisis severa a nivel energético por la subida del precio de la electricidad y el gas, causa por la que España pidió, sin gran éxito, aunar esfuerzos para fijar un precio límite al gas natural y separarlo de los precios del mercado de le electricidad.

CONTEXTO

El gasoducto marino entre Argelia y España se llama Mergaz y conecta con Europa a través de la playa almeriense del perdigal. La longitud en territorio argelino es de 547 kilómetros y la submarina roza los 200.

La mayor parte de las acciones de dicho gasoducto pertenece a la empresa estatal argelina Sonatrach (51%) y el resto a la española Naturgy.

Aunque por los pasillos de Bruselas el «No» rotundo no se estila, esta idea no ha sido muy bien acogida entre los socios de la Unión. Tampoco se ha dado absoluta libertad a España para negociar ella, unilateralmente, los precios ya que, bajo la premisa de que «la unión hace la fuerza», los conciertos de tarifas en bloque podrían ser mucho más fructíferas para todos, como sucedió con las vacunas contra el covid19.

La comisaria de Energía, Kadri Simson, ha sido tajante al afirmar que la UE debe reaccionar de manera rápida y coordinada, destacando «las medidas de las que ya disponen los Estados miembros para ayudar a las familias más vulnerables y las empresas».

Para finales de año, la Comisión Europea propondrá una reforma del mercado de gas para hacerlo más resistente a las subidas de precios, teniendo muy en cuenta que el horizonte más inmediato es el de reducir las emisiones netas en al menos un 55% en 2030 y un 100% en 2050, priorizando las energías limpias para cumplir con el Pacto Verde Europeo.

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