La Universidad de Granada junto un grupo internacional de científicos proponen una hoja de rutas que podría haber evitado y evitar las consecuencias negativas de un incendio como el ocurrido en Sierra Bermeja. Incendio controlado, pero aún activo.
Pocas horas después después del incendio ocurrido en Sierra Bermeja, que ha arrasado con casi 10.000 hectáreas, los Agentes de Medio Ambiente de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BIIF) iniciarían una investigación para averiguar la causa y motivo del incendio, tal y como comunicaban a través de Twitter.
El incendio de Sierra Bermeja, que acabó con seis pueblos evacuados -de los cuáles, cinco pudieron regresar a sus casas tras el control del fuego-, se saldó con la vida de un bombero que trabajaba en la extinción del mismo, dos bomberos heridos y un Super Puma del INFOCA accidentado sin heridos ni víctimas, según un estudio de la Universidad de Granada, podrían haberse evitado; tanto este como otros incendios.
La Universidad de Granada lidera una propuesta internacional para lidiar con el aumento de la intensidad y frecuencia de los incendios forestales como el ocurrido en Jubrique, el más importante hasta ahora. Se refiere a incendios de sexta generación que se ven acuciados por la transformación humana de los ecosistemas y el cambio climático, que hacen de estos incendios más virulentos e impredecibles.
Las propuestas, publicadas en la revista Environmental Research Letters, se fundamentan en la elaboración de planes regionales de manejo de incendios a través de un proceso de toma de decisiones resumido en ocho puntos, de los cuales siete son independientes de la ocurrencia de un incendio en particular.
«Este escrito amplía un reciente llamado a la humanidad suscrito por más de 15.000 científicos para dar solución a algunos de los problemas ambientales más acuciantes de la actualidad, y aborda tanto los incendios como otros tipos de perturbaciones ecológicas como las plagas y las tormentas», subraya el coordinador de este trabajo, Alexandro B. Leverkus.
Cómo prevenir este tipo de incendios forestales
Para llevar a cabo estas prevenciones, según Leverkus, lo inicial es la identificación y mapeo de zonas donde se esté alterando la frecuencia e intensidad de los incendios o haya riesgo de dichas alteraciones: aumento constatado de la temperatura y ciertos cambios de uso de suelo como el abandono del pastoreo. Los ecosistemas que se encuentran en buen estado de conservación o tienen alto potencia de regeneración se deben intensificar las tareas de conservación.
Para mantener estos ecosistemas, también se deben de favorecer el régimen natural de incendios en cada sitio, que puede incluir quemas controladas de baja intensidad y extensión con cierta frecuencia.
En ecosistemas fuertemente alterados, se propone favorecer la abundancia de especies nativas, que son las mejor adaptadas al régimen local de incendios, en particular las plantas rebrotadoras en zonas donde frecuentan los incendios.
Se propone dos evaluaciones adicionales donde se prevé una alteración en el régimen de incendios. La primera es la existencia de especies para las que el cambio en el régimen de incendios suponga un riesgo particular de conservación (como es el caso del pinsapo en el reciente incendio de Sierra Bermeja). Para dichas especies se requieren planes específicos de manejo que incluyan, por ejemplo, el refuerzo poblacional y actuaciones intensas de conservación.
“En algunos casos será necesario el establecimiento de nuevas poblaciones y la conservación de individuos en jardines botánicos o zoológicos”, detalla Leverkus. Resulta también imprescindible, según el análisis de los investigadores, la creación de más espacios protegidos y corredores ecológicos que los unan, así como la expansión de las actuaciones de conservación a zonas gestionadas de forma privada (mediante incentivos fiscales y certificaciones ecológicas).
La segunda evaluación adicional pasa por analizar si es evitable la alteración profunda de los ecosistemas (también denominada “cambio de estado”) debida al cambio en el régimen de incendios. En caso de ser evitable, los científicos consideran imperativo reducir la cantidad de factores que afectan a estos ecosistemas, incluyendo la tala, el sobrepastoreo o la construcción de nuevos caminos. Asimismo, se propone aumentar la resistencia a los incendios mediante el favorecimiento de la biodiversidad, la creación de barreras de combustible y el aumento de la diversidad del paisaje.
Medidas para lugares en un caso más dramático
La identificación de lugares que se hallen en el caso más dramático, el de ecosistemas que no podrán mantenerse bajo el cambio en el régimen de incendios, también se apunta como clave. En tales casos, se considera oportuno suavizar la transición a otro tipo de ecosistemas, por ejemplo, favoreciendo a las especies nativas adaptadas a las condiciones que se esperan en un futuro y, potencialmente, importando especies mejor adaptadas, “aunque este paso no debe ser ejecutado a la ligera”, detalla Leverkus.
Una vez ocurrido un incendio concreto, los científicos recomiendan la protección de los ecosistemas incendiados para favorecer la regeneración natural y la biodiversidad asociada a la madera muerta y a los estadíos tempranos de la regeneración.
“En ecosistemas con escasa capacidad de regeneración natural, los incendios pueden suponer una oportunidad para restaurar comunidades más diversas y resilientes que las que había antes. Es decir, el incendio puede algunas veces ayudar a la restauración de ecosistemas previamente degradados”, explica el investigador. En caso de cambios en el régimen natural de incendios, se propone la restauración activa con especies adaptadas a las condiciones nuevas y futuras.
Finalmente, los investigadores consideran que se debería invertir en la divulgación de los aspectos ecológicos positivos que pueden tener los incendios bajo condiciones naturales. “En particular, los ecosistemas mediterráneos pueden beneficiarse de la diversificación del paisaje, la apertura de espacios para especies que requieren más luz y el aumento de la biodiversidad de insectos asociados a la madera muerta. Comprender la importancia del fuego en los ecosistemas y las diferencias entre los efectos de ‘un incendio’ y el impacto del ‘cambio en el régimen de incendios’ nos ayudará a tomar mejores decisiones acerca del manejo y conservación de los ecosistemas, evitando acciones desesperadas como la tala extensiva de bosques incendiados o las repoblaciones forestales masivas tras el fuego”, concluye Alexandro B. Leverkus.
«Zona catastrófica»
A la reclamación que Andalucía por Sí le formulaba a la Junta de Andalucía para declarar Sierra Bermeja como «zona catastrófica» se unen ahora los alcaldes de Genalguacil y Jubrique. En la actualidad, el incendio sigue controlado, pero no extinguido; un incendio que, cabe recordar, ha calcinado 9700 hectáreas del Parque Nacional de la Sierra de las Nieves y ha afectado a 6 localidades malagueñas.
En un comunicado conjunto, los alcaldes de Genalguacil y Jubrique dicen: «Es el momento de estar más unidos que nunca. Somos pueblos vecinos, amigos, con un interés común muy claro: Sierra Bermeja, el Valle del Genal se tienen que reconstruir, nuestra vida depende de ello. Pedimos que se pongan los medios a disposición de las administraciones y que se haga un análisis de lo ocurrido».
Se ha solicitado a los vecinos que aporten datos de las fincas afectadas, señalando que la fauna y flora de Sierra Bermeja están calcinados. Añaden que, entre todo lo calcinado, también se encuentran el pinsapar y el pinar de Jubrique, habiendo puesto a disposición de todo aquel que quiera ayudar a la recuperación de Sierra Bermeja una cuenta corriente.
Ante la ola de solidaridad y colaboración que esta catástrofe ha alzado, quienes conocen a fondo el monte, como el caso de Francisco Morales, bombero forestal, recomiendan a aquellos que desean colaborar no actuar por su cuenta y que sigan las recomendaciones de los expertos .