A las puertas del 4D, el andalucismo se citó en un cónclave de resistencia para reafirmar y unificar el movimiento. También para fortalecer los mimbres que lo sostienen en la actualidad: dos parlamentarios, un centenar de concejales y un buen puñado de militantes de base. No es poco capital para un espacio del que todos, excepto la ultraderecha nacionalcatólica, se quieren apropiar.
Los resultados electorales de las últimas elecciones municipales y generales han generado un clima adverso para esta tercera ola del andalucismo que mantiene ciertos paralelismos, también en el fracaso, con las dos anteriores, la de Blas Infante y la Rojas Marcos. El historiador José Luis Villar recordó que cometieron muchos errores y que aquellos momentos iniciales también fueron difíciles, como los de ahora, pero «debemos ser vanguardia como lo fueron las otras dos generaciones, porque no hay movimiento revolucionario que no tenga vanguardia».
«Sin caer en la mitología ni la nostalgia», apuntó otro historiador, Javier García, porque «Andalucía requiere un diálogo de país» en la coyuntura de la próxima década. Con matices, todos coincidieron en la necesidad de pensar y reestructurar el andalucismo para «orientar a la izquierda andaluza» y «frenar las ofensivas de las élites del estado».
Andalucía en la nueva configuración del estado
Está en marcha una nueva transición y configuración del Estado español, en la que «se pretende obviar a Andalucía en la toma de decisiones», advirtió el coordinador nacional de Andalucía Por Sí, Modesto González, y «no podemos permitirlo». En esta idea insistió la exsenadora andalucista Pilar González, al entender que actualmente «Andalucía es Castilla o España», en definitiva «radicalmente invisible». Ahondó González en que «hoy seguimos teniendo el problema de la desigualdad» mientras que «la derecha habla de la igualdad para apropiarse del 4D».
El profesor y andalucista Antonio Manuel Rodríguez lamentó la falta de certezas en un nuevo 4D y defendió la necesidad de articular el andalucismo para defender a Andalucía del centralismo. «Ser andalucista es ser nacionalista andaluz, tener conciencia de pueblo, conciencia de clase y conciencia de la necesidad del poder andaluz para superar las desigualdades», dijo, asegurando que hoy «los tres marcadores los monopoliza la derecha».
Los andalucistas hablan de desigualdades, pero las personas que la sufren en los barrios más pobres de Andalucía no se sienten interpelados. «Se nos puede llenar la boca de desigualdad pero no nos escuchan», perseveró Rodríguez. El manoseo del término andalucismo no es casual y forma parte de una «ofensiva» de la derecha regional y la izquierda recentralizadora. Se confunde intencionadamente, el andalucismo con el «verdiblanquismo» que viene a ser un «andalucismo Hacendado», según Rodríguez. «Mi enemigo hoy es Moreno Bonilla, el que desmantela la sanidad, el que quita impuestos a los ricos. No blanqueemos su andalucismo».
La relación del nacionalismo andaluz con las izquierdas estatales es otra de las incógnitas porque, a juicio de Rodríguez, «Izquierda Unida ha impugnado permanentemente el andalucismo, porque siempre ha entendido que nuestro discurso es colonizador de su espacio». Recordó cómo expulsó a los diputados de Adelante Andalucía.
Al andalucismo hoy le falta dimensión política para ser respetado. Javier García llamó la atención sobre la urgencia de reorganizarse porque «los mimbres no son permanentes». Con los pies en el suelo. Rodríguez apeló a «no confundir la realidad con el deseo» porque a pesar del «discurso potente» del andalucismo «la realidad es infinitamente más compleja».