El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha alzado la voz en defensa de Andalucía, pidiendo «respeto» absoluto para la comunidad autónoma. Este llamado surge en respuesta a la propuesta del lehendakari Íñigo Urkullu de celebrar una «convención» para reinterpretar la Constitución y otorgar más autonomía a Euskadi, Cataluña y Galicia, retomando el modelo autonómico de «dos velocidades».
Moreno ha enfatizado que Andalucía obtuvo su autonomía por la misma vía que otras comunidades históricas y que este logro merece pleno respeto. A través de sus redes sociales, el presidente andaluz ha expresado que el diálogo para avanzar en el autogobierno es válido, pero siempre dentro del marco constitucional y sin relegar a ninguna comunidad.
La propuesta de Urkullu, que busca una interpretación flexible de la Constitución, no incluye a Andalucía en el grupo de comunidades con las que desea avanzar. A pesar de ello, desde el Gobierno central, se ha reconocido la legitimidad de la iniciativa y se ha destacado la importancia de buscar acuerdos territoriales en esta legislatura.
¿Qué se celebra el 28 de febrero?
El proceso de constitución de la autonomía andaluza tiene una larga historia tras de sí, equívocamente reducida al 28 de febrero de 1980. Mucho antes, los andaluces y las andaluzas, fueron sentando las bases y recorriendo un camino en el que entregaron el testigo a sus sucesores.
En la exposición permanente del Museo de la Autonomía de Andalucía se exhibe, en la Sala 28F, un espacio que permite realizar un viaje por el recorrido del pueblo andaluz hacia la consecución de la Autonomía. Comienza con la redacción de la Constitución de Antequera de 1883, un texto que incorpora adelantos democráticos y logros sociales verdaderamente avanzados para la época, y finaliza con la ratificación en referéndum del nuevo Estatuto de Autonomía para Andalucía en 2007.
Es la historia de sus protagonistas, encabezados por Blas Infante, y la contribución de todos ellos al desarrollo autonómico en las diferentes épocas históricas. Pero, por encima de nombres propios, en la Sala 28F reconoce el papel de la ciudadanía, cuya participación fue decisiva para la consecución de la autonomía como anhelo de un futuro en libertad, democracia e igualdad. Gracias a este apoyo mayoritario, Andalucía vuelve a recuperar protagonismo político en el proceso de construcción democrática en la España en transición.