La perseverancia y la paciencia de los trabajadores de Zumosol empieza poco a poco a dar sus frutos. Este mes de agosto se cumplen ocho meses de encierro de los 38 miembros de la plantilla de la extractora de naranja ubicada en Palma del Río. Un encierro que busca justicia por el devenir de sus operarios, puesto que la actividad de la fábrica cesó en 2021 con una gran incertidumbre para la plantilla. Por ello, se ocuparon las instalaciones de la misma, «para que ésta no desapareciera y se presentase un plan viable para la subrogación de sus trabajadores», explica Fernando Trujillo, representante de los mismos.
El Tribunal Supremo acaba de dar la razón a estos trabajadores declarando nulo el segundo ERTE que se llevó a cabo por parte de la empresa en noviembre de 2021. Así, se obliga a la firma Zumos Palma Zumosol a pagar la nómina de su plantilla completa durante los seis meses de aquel expediente de regulación de empleo denunciado por sus trabajadores como una «farsa mientras se buscaba un comprador».
Se trata «de un paso esperanzador que nos da fuerza para seguir haciendo turnos en la fábrica ocupando su espacio. Pensamos que es cuestión de tiempo que se demuestre que nunca la intención fue la subrogación, y la justicia nos dará la razón», sostiene Trujillo.
Antecedentes
Para entender la causa que desencadenó el encierro actual hay que remontarse al 1 de septiembre de 2020. En ese momento, Zumos Palma Zumosol anunció que no quiere seguir explotando la factoría y solo pretende comercializar la marca Zumosol.
Según indica Trujillo, para tal trámite la empresa solicitó aprobar un ERTE de seis meses «con el fin de encontrar comprador para las instalaciones físicas de la manufactura». Sin éxito, Zumos Palma Zumosol intentó prorrogar el ERTE seis meses más, pero es entonces cuando saltan las alarmas entre sus trabajadores. «Realmente las instalaciones siguen en funcionamiento porque el espacio ha sido alquilado a una firma de envases. Operación que tendría que haber beneficiado a los trabajadores para volver a la actividad, en lugar de seguir sine die en la prórroga de ERTE», subraya Trujillo.
ERTE y sentencia del TSJA
«Era incompatible contarnos que estaban buscando comprador para recuperar nuestros puestos, alquilar los locales y mientras, nosotros en ERTE. Era una forma de quitarnos del medio».
Así las cosas, el TSJA dio la razón a los trabajadores y el segundo ERTE se declaró nulo, por lo que Zumos Palma Zumosol debería pagar el sueldo completo de esos seis meses a su plantilla. «una sentencia que se quedó congelada porque la empresa la recurrió y ya el Supremo ha ratificado».
Reducción de actividad desde 2019
No era la primera vez que la empresa en cuestión buscaba inquilino o comprador en sus aposentos de Palma del Río. En funcionamiento desde 1997, su tarea principal era la de exprimir zumo de naranja. Una materia prima abundante en la zona. Por razones ajenas a los trabajadores, en 2019, se vendió la planta baja de la infraestructura, donde con ella, también se dejó de envasar el producto exprimido.
«Entonces tomó las riendas una compañía brasileña para esa fase de la cadena de producción y todos fuimos subrogados sin problema alguno», sostiene Trujillo. Pero en septiembre de 2020, el negocio en la planta de abajo tampoco acaba de calar y es entonces cuando la empresa Zumos Palma Zumosol decide que «no quiere explotar la fábrica ni un segundo más y se pone en venta».
A todo ello le sucedieron seis meses de ERTE para 33 miembros de la plantilla de la empresa. «Solo cinco del total se quedaron en misiones de mantenimiento, electricidad, vapor de agua, etc. ». Así, también la planta de arriba fue alquilada por los ocupantes de la de abajo. «Hecho que denunciamos ya que en ese momento sí se estaban produciendo ingresos en la empresa y estábamos todos en casa».
Venta sospechosa
Un año después del primer ERTE y de los bailes de inquilinos y propietarios, el 10 de noviembre de 2021, finalmente la empresa se vende en bloque a Cegeplás, entidad del sector del plástico. A priori, un campo muy distante del de la realización de zumo de naranja.
«A los 19 días de aquello, se rompe sorpresivamente el contrato de compra-venta y nos dan de baja a todos los trabajadores con carácter retroactivo al 10 de noviembre. En términos prácticos, cotizamos un único día después de más de un año en el limbo laboral», comenta Trujillo. Un artificio legal para liquidar trabajadores, y Cegeplás, una tapadera. Con un capital social cuya viabilidad era imposible».
«Nos quedamos en tierra de nadie los 38 trabajadores porque sin darnos de alta, ni siquiera teníamos derecho a un subsidio de desempleo. Además, tampoco se nos había despedido». A partir de ahí, acudieron a la justicia, a Inspección de Trabajo, a la Guardia Civil y finalmente al encierro que actualmente continúa hasta alcanzar su objetivo: ser subrogados, o, en su defecto, indemnizados.