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El aceite de oliva se ha convertido en un producto de lujo y por eso le han echado el ojo las organizaciones delictivas. El precio del llamado oro líquido ha bajado de 8,5 euros/kg en octubre a 7,75 en noviembre, pero sigue siendo un buen negocio para quienes se dedican a su distribución ilegal. La Guardia Civil ha detenido a 11 personas que, supuestamente, formaban parte de una estructura dedicada a vender fuera de España este producto adulterado.
Los agentes han incautado un total de 16 depósitos y más de 5.200 litros de aceite preparado para su venta. También, han sido intervenidos más de 91.000 euros en efectivo, cuatro vehículos de alta gama y bloqueado varias cuentas bancarias. En la operación, coordinada con Carabinieri y Europol, se han producido ocho registros en cooperativas de las provincias de Ciudad Real, Jaén y Córdoba.
Presencia en España e Italia
El Seprona de la Guardia Civil, una rama dedicada exclusivamente a delitos medioambientales, detectó anomalías en una inspección rutinaria a un camión que transportaba aceite de oliva en Manzanares (Ciudad Real). Los indicios de que podían estar ante una organización más grande y compleja iniciaron la operación ‘Omegabad’.
La investigación de los agentes les llevó a una estructura dividida en dos ramas, una española y otra italiana, dedicadas a distribuir aceite de oliva adulterado en varios países.
En España utilizaban una empresa vinculada con el proceso de adquisición de aceites de menor categoría para realizar cambios en la categoría de aceites turbios a lampantes (con aceitunas en mal estado) para convertirlos en virgen y virgen extra mediante falsificaciones de la documentación para poder comercializarlos.
Aceite de oliva turbio
Según la Guardia Civil, mezclaban los aceites turbios, un subproducto del oliva, con el aceite de oliva de mejor calidad para conseguir unos parámetros adecuados de grasas y eritrodiol que permitieran su comercio. También impedían la trazabilidad del producto no registrando los aceites de oliva de su empresa.
En Italia, dos empresas aglutinaban aceites de gran parte de los que tienen relevancia en el panorama oleícola, entrando la mayoría en la Unión Europea a través de Portugal y realizando con ellos los mismos procedimientos de falsificación y manipulación que en España.
Además, utilizaban una fuerte estructura empresarial trasnacional mediante mercantiles en los principales países productores de aceite sin controles de trazabilidad como el español que facilitaba la labor de adulteración.