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«Hablar de nuestra bandera andaluza significa hablar de nuestra memoria». Así inicia su intervención el profesor y doctor Historia Contemporánea Manuel Ruiz Romero, quien fue invitado el pasado miércoles a la jornada «La bandera andaluza, un símbolo con mil años de historia», organizada por el Centro de Estudios Andaluces en el Museo de la Autonomía de Andalucía, en Coria del Río.
Una sucesión de episodios históricos
Manuel Ruiz señaló el consenso que existe en torno al origen «andalusí» que se le ha adjudicado a la bandera, que sin embargo aún es cuestionable, teniendo en cuenta que en un reciente documento remitido por la Comisión Organizadora de la Asamblea Regional Andaluza, se habla de que «ya en las provincias béticas y en la bética romana se utilizaba el verdiblanco». Un dato que, aunque aún no había confirmado, «si el dato ya se apuntaba ahí, por algo será». A continuación mostraría una reproducción digital del «estandarte de Colls», del archivo de Huesca, datado del siglo XI, «atribuido a los andalusíes durante las batallas que hubo entre musulmanes y cristianos» en el que «el verdiblanco ya es claramente predominante». También Blas Infante destacó, según Manuel, que cuando Ibn Yussuf venció en la Batalla de Alarcos, que frenó durante un tiempo la Reconquista, desde la Giralda se desplegó un «pendón verde y blanco».
Además, Manuel recordó que, tras la Batalla de Lucena, ocurrida en 1258 y saldada con la victoria cristiana, «el Conde de Cabras rodea su escudo de 22 estandartes arrebatados a los andalusíes», y «de esos veintidós, dieciocho son verdiblancos». Así continuaría Ruiz Romero su ponencia haciendo referencias a una memoria que, mediante episodios destacables de la historia de Andalucía, había identificado con la bandera verdiblanca andaluza.
El origen del movimiento andalucista
Tristán Pertíñez, director de la Fundación Pública Andaluza Centro de Estudios Andaluces, redirigió la conversación en el tiempo hacia Blas infante y todo lo que rodeó al nacimiento de la autonomía andaluza. Al ser preguntado directamente por la gestación del movimiento andalucista, afirma Manuel Ruiz que «en Ronda nace la primera Asamblea Andalucista» y que en Ronda nace también «la bandera y el escudo -que va tomando diferentes formas hasta que se establece finalmente el actual durante la República». Sin embargo, Manuel no cree que en Ronda naciera «el andalucismo», pero sí afirma que «la bandera es el símbolo que desde el principio suscita más consenso y que empieza a identificar las características iconográficas del movimiento andalucista».
En referencia a Blas Infante, Ruiz destaca que el padre de la autonomía andaluza «identificó unos símbolos -o abrió el camino para la reflexión sobre otros- en un momento en el que, tras la Segunda Guerra Mundial, había una necesidad de reafirmar las naciones en el contexto de la pacificación de Europa». Esto sería lo que, sumado a la situación social y cultural deprimida de «dependencia económica» que se vivió, lo que «hace a Blas Infante tomar partido por la necesidad de unos símbolos y la bandera».
El sentido de unos símbolos
«Blas Infante decía que el verde de la bandera significa la esperanza, y el blanco la bondad» continuó explicando Manuel Ruiz, respondiendo a la pregunta planteada por Pertíñez sobre la «necesidad» de unos símbolos identitarios. «Él mismo explica además que tuvieron que apartar el negro, porque era un color de luto, y el rojo porque era un color de sangre». En ese sentido, señala, también en el himno «están recogidas las palabras paz y esperanza». En referencia a la época de Blas Infante, Manuel Ruiz incide en que el movimiento andalucista se hacía presente en determinados «círculos», que se trataba de un movimiento «absolutamente testimonial, hasta marginal». De hecho, «todavía estaba lejos de esa institucionalización de los símbolos», pero ya desde entonces su importancia tenía peso y era fundamental. Así lo ejemplifican, según Ruiz, «las revistas andalucistas, que siguen ilustrándose, en la mancheta de sus cabeceras, con los colores verdiblancos».
El acto continuó repasando la historia de la institucionalización del movimiento andalucista durante los sucesivos años, y de sus símbolos, que durante la Segunda República ganarían una entidad social y política que haría posible que, tras la dictadura militar franquista, se lograra, ya en la Transición democrática, un reconocimiento legal de la autonomía andaluza.